Saltar en paracaídas 6200 metros

Yves acaba de posarse, suavemente, sentado. No recuerda cuántos saltos en paracaídas ha hecho hasta hoy. Esta pasión, se la ha comunicado a su hijo quien efectuó el primer salto a los 16 años. Para conocer esta emoción se había alistado en los paracaidistas y - ¡ qué casualidad ! - hizo el servicio precisamente en Carcasona, en ese batallón de duros que, por desgracia, acaparó las portadas.
El salto de ese día fue el más bonito, pero suele tener esta misma sensación en cada ocasión. Se estaba poniendo el sol en un cielo del todo azul en el que también se veía la luna. El aire tenía una transparencia prodigiosa ahí arriba, encima de Pujaut y allá, desde los 6200 m. donde los soltaron, en la tierra, más allá de Marsella, el mar aún brillaba.
Levantó sus piernas, primero una, luego la otra, para dejarle sitio a Marc. La vela se desplegó entre los 1500 m. y los 1800 m. Un momento, quizás una pausa.
Aterrizaron 12 m. delante del blanco para que fuera buena la foto.
¿Por qué les contamos esto?
Porque Yves tiene paralizados los dos miembros inferiores y la vejiga, y la enfermedad le quitó el uso del brazo derecho. Es preciso llevarle y subirle a la carlinga, y hoy sólo puede saltar en tándem. Mientras sus músculos respiratorios no están demasiado afectados, puede seguir saltando, con oxígeno a partir de los 4000 m. El diploma por este salto desde los 6200 m. de altitud con 55 s. de caída libre viene a sumarse a la colección de retos de la Asociación.
Pero, para Yves, que sufre de esclerosis en placas, fue un sueño, el de volar otra vez, como antes, durante algunos minutos.